Se terminó el discurso de la “lechería en crecimiento”

La realidad aplasta las palabras optimistas del Gobierno Nacional y demuestra que el achique de costos es imperativo en el tambo, mientras la industria no encuentra un negocio rentable en exportaciones que promedian los 3.100 dólares por tonelada de polvo

Pocos fueron los que creyeron hace una semana atrás las palabras casi realistas del Director Nacional de Lechería en el último encuentro de la Mesa de Competitividad sectorial, que no pudo ni poner fecha para una nueva cita con el Presidente de la Nación, a pesar de haber sido el eje de la convocatoria de hace dos lunes.

Lejos de reconocer errores, inacción y falta de soluciones, Alejandro Sammartino pudo mencionar solapadamente que las cosas no estaban funcionando como él tantas veces las intentó relatar. Tan “desencajado” se salió del discurso de crecimiento y de la disponibilidad exagerada de créditos –discutiendo incluso con los santafesinos que la ayuda que tiene un año de demora no tiene una deuda de 150 millones de pesos, sino de 50- parece que el ámbito estatal no sabe avanzar hacia el más mínimo ordenamiento.

Lo cierto es que las industrias a 3.100 dólares por tonelada de leche entera en polvo promedio no encuentran suficiente atractivo como para esforzarse sobre los excedentes, por lo tanto el mercado interno requerirá un suministro de materia prima absolutamente pastoril, porque es prohibitivo el precio de la suplementación. El crecimiento queda cada vez más lejos para todos, un vacío que no se llena ni siquiera con los nuevos datos que se incorporaron al Sistema Integrado de Gestión de la Lechería Argentina, siendo las cifras el único logro de este tránsito de Gobierno, faltando mucho más por detallar.

La Nación sólo pudo relevar los 1.250 kilómetros de caminos troncales entre tambos, ya que jamás comenzó la simple asistencia técnica de Vialidad Nacional, con lo cual el dinero para las obras no será aportado por las provincias y en los próximos días cuando vuelva la lluvia, todo se tornará barro y así se retrocederá a la lechería como la hacían los “nonos”.

La Mesa sectorial demuestra que se está siempre en el mismo lugar, que no se puede superar la “catarsis” en cada encuentro y como sucediera con aquel famoso acuerdo de Venado Tuerto, no va a pasar nada más que la intención de mostrar preocupación donde la política no pone más que alguna firma de buena voluntad.

Sammartino sobrevivió, como otros, a la contienda que generó cambios en el Ministerio de Agroindustria entre “los ricardos”, Buryaile y Negri pero parece no poder con la realidad lechera al reverberar en sus declaraciones cosas como “más tambos, más vacas y más industrias”, algo que no se trasluce en lo cotidiano y no se logrará ni en el mediano plazo, con las condiciones reinantes.

En un Ministerio cada vez más comprimido, sin bajas en la Dirección Nacional, pero sin impulsos tampoco, los tamberos y los industriales no pisan en firme y la rentabilidad se desvanece cada día por cuestiones propias del sector, añadidas al contorno económico en su máxima expresión. La lechería no crece, sólo puede tener recuperaciones ante las pasadas inundaciones y los precios alcanzaron los seis pesos a fuerza de sequía y no porque el negocio haya mejorado. El resto es una construcción idílica que no llevará más que a un mandato de cuatro años derrochados en el ordenamiento lechero, sea cual fuere su lectura. A esto se añade que si en un noticiero televisivo nacional, lo máximo que puede decir Alejandro Sammartino sobre los costos y los hechos del sector que se sigue achicando es que “en Chile existe una sola cuenca, pero allí los productores son muy eficientes”, el mensaje directo para un país bien lechero como el nuestro es que el trabajo interno no sirve y los valores bajos para tamberos, los intermedios para industriales y los altísimos para el comercio responden a una resignación entre los que deben decidir que jamás permitirá un crecimiento lógico, por mayor competencia que se avecine a raíz de la transformación de SanCor, el fortalecimiento de La Serenísima y la agazapada Saputo, que prometen al menos un debate por el precio primario.

Ya fue escrito hace casi un año, “la política jamás entendió a la lechería”, ni siquiera de la mano de un Gobierno que llegó con todo el diagnóstico hecho y desaprovechó la oportunidad de cambiar el rumbo, de permitir crecer y ni siquiera pudo abrir un nuevo mercado para algún lácteo que haga levantar la vista en medio de tanta desazón. Argentina sigue debilitándose en agregado de valor, industrialización e inversión tecnológica.

El amor a las vacas empuja al tambo, la agricultura intenta compensar su economía y la política claramente está tan desorientada que no puede ni acompañar, tal como pasó en la gestión anterior.

Autor: Elida Thiery
Fuente: EDairyNews