De manera inmediata no habrá financiación ni obras en Santa Fe

De-manera-inmediata-300x251A pesar de la sucesión de desastres climáticos y la afección de pueblos y producciones, no hubo ayer en ninguna de las dos reuniones del Gobierno con las entidades anuncios concretos de ayudas financieras para salvar empresas y comunidades, pero tampoco plazos para el inicio de obras hidroviales ínfimas

Sin planes directores o de macrocuencas, solo se consiguió una sugerencia nacional de fondos para tales fines.

Casi como hace un año, pero con la carga de un doble impacto climático, la provincia de Santa Fe se encuentra a la deriva, con pérdidas incalculables, tapada de agua y sin un destino claro en cuanto a las obras necesarias para sanear años de políticas inconducentes.

Lo anticipaba CASTELLANOS la semana anterior, iba a ser un lunes muy cargado de interacción entre entidades y referentes de Gobierno y se cumplió. Con un cambio en los horarios, pasado el mediodía el gobernador Miguel Lifschitz, junto a sus ministros de Infraestructura, José Garibay y de la Producción, Luis Contigiani, recibieron a la Confederación de Asociaciones Rurales de Santa Fe, liderada por Gustavo Vionnet, además de presidentes de múltiples entidades de toda la Provincia, para evaluar necesidades y alternativas ante la repitencia de fenómenos y la ausencia de obras.

Se pudo dialogar con fundamento, sobre lo que se debe hacer en todas las cuencas de la Provincia, para empezar a sacar el agua que no solo afecta a la producción sino que tiene a pueblos aislados y con riesgos de extinción. Del mismo modo se planteó desde la entidad la urgencia en el financiamiento directo para salvar a muchas empresas, esas que aún no se resignaron a desaparecer luego de la sucesión climática que es letal en una zona fundamentalmente productiva del país.

Según pudo conocer este Diario, “el Gobernador tomó conciencia del estado que tiene Santa Fe hoy con esta nueva sucesión de tormentas y gran caída de agua”, sin embargo la reacción no está intacta para ponerse a trabajar de lleno y de inmediato como lo ameritaría el caso. Fue así que se le propuso a Lifschitz generar un Consejo Hídrico Provincial compuesto por entidades, técnicos y la misma Provincia, para ir empujando las obras, analizando más concretamente las situaciones y resolver el drama del agua en Santa Fe por excesos, pero también por faltantes.

Es como que todo lo que no se hizo nunca, se debe poner en marcha ahora. Pasaron muchos gobiernos y todos lo dejaron pasar, sobre todo en los años recientes donde abundaron las promesas y el dinero se fue en quién sabe qué. De todas maneras, a pesar de llevar un año de gestión, el nombre de Miguel Lifschitz carga la responsabilidad de no haber reaccionado a tiempo y a pesar de “tener en carpeta muchas obras”, tampoco se activó ninguna estrategia de mejora.

Sabe el Gobernador, por haberlo así manifestado, que debe haber una mirada integral en el territorio, se deben acordar planes interprovinciales con Córdoba y que el financiamiento de estas tareas tiene que tener raigambre nacional, pero también internacional, para darle solución a algo que sería mucho más que un triunfo político.
En dos semanas se daría un nuevo encuentro con la entidad.

Por la tarde

Se lo escuchó a Lifschitz haciendo evaluaciones preliminares en los medios de pérdidas al momento de mil millones de dólares que quedarían muy cortas con todo lo que está a la vista, pero que de algún modo, sumados a los 2.500 millones del año anterior, sin contar la manga de granizo de noviembre, elevan a un número terrible la situación santafesina. En ese marco es que se recibió al Ministro de Agroindustria de la Nación, que luego del ruego de su entidad madre, CRA, se dignó a llegar a Santa Fe por unas horas y partir sin siquiera ver desde el aire la desgracia del campo y las ciudades.

Con la necesidad escuchada por este medio en abril pasado, allá en el INTA Oliveros donde se preguntaba “¿a qué quieren que vaya?”, cuando la primera inundación en diez meses cubría a la Provincia y luego debió acompañar a nuestra ciudad al Presidente de la Nación que prometió mucho y no se hizo nada, ayer tomó una postura similar. Fue ante las entidades del campo que existen en Santa Fe, convocadas en la Casa Gris, donde a modo de catarsis cada una le detalló las desgracias del día a día desde Navidad, que fueron creciendo incluso hasta ayer, con un nuevo colapso en el sur provincial.

En un clima caldeado, Ricardo Buryaile llegó acompañado por el secretario de Coordinacion y Desarrollo Territorial, Santiago Hardie –quien en Pilar, en noviembre, había dicho que la lechería no estaba más en emergencia, además del Subsecretario de Lechería que no tuvo palabra alguna en el encuentro, además de contar con la asistencia del Viceministro del Interior y el Subsecretario de Recursos Hídricos de la Nación. Lo único que se consiguió fue una sugerencia sobre la llegada de fondos para obras hidráulicas, sin detalle concreto ni monto ni plazo, pero que podrían colaborar con lo primero que se haga cuando alguna máquina se prenda.

Del mismo modo, el Ministro sentenció que en cuanto a ayudas y financiamiento para productores, “habría que estudiar muy bien a quiénes y cómo se les hacen llegar”, mientras que desde la Provincia no se emitió concepto alguno sobre los proyectos que se empezaron a elaborar hace algunos días, sin embargo se remarcó que de conseguir algo de dinero, debería cursarse por formatos como fideicomisos, ya que la bancarización tradicional está colapsada en capacidad crediticia para todos los potenciales receptores.

La desazón de los participantes del encuentro fue una más, pero esta vez sabiendo que al volver a casa aún está ahí el agua. Son años de lo mismo, de reuniones, de catarsis, de promesas, de olvido y de abandono. La Argentina sigue perdiendo terreno, se le va de las manos la oportunidad de progreso, quiere ser el supermercado del mundo teniendo los caminos que conducían a una pulpería y así la cosa no funciona. O todo el sector productivo evoluciona pensando integralmente en lo social o habrá que resignarse con un techo que pone la inacción política.

Las obras se tienen que hacer ni bien baje un poco el agua, más allá de las culpas de cada uno y hay que intentar ponerse de pie, ya sabiendo que son muchos los que quedan en el camino aunque así no lo hayan deseado.

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