LA CADENA DE CARNE VACUNA TIENE TODO PARA VOLVER A TRACCIONAR

carne vacunaUn informe detalla los pasos por seguir para recuperar terreno. Una reforma comercial e impositiva es clave…

A pesar de que su falta de protagonismo se extienden en el tiempo, el mercado mundial de la carne vacuna sigue esperando por Argentina. Es que existen muy buenas proyecciones de crecimiento de las compras de carne bovina por parte de países del sudeste asiático, con China a la cabeza. Pero para ello se deberán producir algunas transformaciones en la cadena que le permitan traccionar con todo su potencial.

Según un informe económico, que forma parte de la serie de documentos elaborados por el Instituto de Estudios Económicos sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral) de la Fundación Mediterránea, las compras de China, Hong Kong, Taiwán, Vietnam, Corea del Sur y Japón pasarían del actual 1,9 millón de toneladas a 2,8 millones de toneladas en 2020/2021; es decir, el comercio de estos países crecería en casi un millón de toneladas en los próximos siete años.

No caben dudas de que Argentina tiene mucho por recuperar y crecer en este mercado mundial. Según el estudio elaborado por los economistas Juan Manuel Garzón y Nicolás Torre, resulta perfectamente posible que Argentina genere un flujo de exportaciones de 1,0 millón a 1,2 millón de toneladas res hacia el ciclo 2020 / 2021 y garantice en forma paralela un consumo interno de 56-58 kilos por habitante (que sería un nivel muy alto en términos internacionales). Cumplir con estos dos objetivos exige una producción del orden de las 3,6 a 3,8 millones de toneladas res, que sólo será posible si se logra ampliar el rodeo de vientres e incrementar la productividad media del rodeo.

Deberes por hacer

La productividad de la cadena bovina en Argentina es aun baja si se la compara con la de Estados Unidos o Europa, tanto se la mida por la cantidad de terneros/vaca por año (“tasa de destete”) o por la cantidad de kilogramos de carne obtenida por cada animal faenado.

En lo que refiere al primer parámetro, Argentina exhibe en los últimos años una tasa de destete inferior al 65 por ciento, muy por debajo del 85 por ciento de Europa y 88 por ciento de Estados Unidos. En lo que a aprovechamiento de cada ternero para producir carne se refiere, Argentina promedia poco más de 220 kilos/cabeza (equivalente Res c/Hueso), cuando en Estados Unidos se obtienen más de 350 kilos y en la UE-28 unos 280 kilos, precisa el reporte.

Los economistas aseguran, además, que existen distintas condiciones necesarias, pero probablemente no suficientes, para que Argentina pueda aprovechar los mercados mundiales. Una de ellas es la recuperación de la estabilidad macroeconómica (en materia de precios y tipo de cambio real); otra, la previsibilidad en las reglas de juego en condiciones de libertad de mercado y comercio; un mejor entorno de negocios en el que se desenvuelve la cadena (financiamiento, infraestructura, controles sanitarios y fiscales, entre otros.); un mejor funcionamiento de la propia cadena y de sus actores, que deberán inexorablemente mirar hacia los mercados de exportación si se desea defender el valor de la producción en un proceso de crecimiento.

Reforma impositiva

También se deberá avanzar en la reforma de la política comercial y tributaria, que hoy limita las ventas externas de carne bovina. Según Garzón y Torre, esto último significa volver a un esquema donde los registros de exportación sean nuevamente automáticos, no existan encajes ni cupos sobre la exportación, y las exportaciones estén libres de cualquier impuesto. La reforma de los derechos de exportación podría desarrollarse en un plazo de hasta cuatro años, atendiendo a la necesidad de distribuir el costo fiscal de este cambio en varios presupuestos. Un esquema posible consistiría en bajar a cero los derechos que rigen sobre menudencias, preparaciones de carne, cueros y talabartería y reducir en cinco puntos porcentuales la presión sobre las carnes congeladas (pagarían 10 por ciento) en el primer año.

En segundo año se bajarían otros cinco puntos sobre ambas carnes, para recién en el tercer año dejar completamente desgravadas las carnes congeladas y al cuarto año se completaría el esquema bajando los últimos cinco puntos sobre las carnes enfriadas. Esta reforma tendría un costo fiscal aproximado en su primer año de aplicación de unos 79 millones de dólares (equivalente a 555 millones de pesos a un tipo de cambio oficial de siete pesos por dólar).

Otras acciones de política pública que contribuirían a generar condiciones para el crecimiento sostenido de la cadena serían: generar/ofrecer información regional sobre mercados de hacienda y carne (precios y volumen de operaciones), a partir del uso de los datos generados por organismos públicos como Senasa, Ministerio de Agricultura e Indec. Promover también la investigación y desarrollo en genética, a partir del fomento de la vinculación entre organismos de investigación pública (por ejemplo el Conicet) y empresas del sector (Indear-Bioceres).

Más políticas públicas

La acción del Estado debe apuntar, además, a brindar apoyo técnico gratuito a establecimientos pequeños vía programas de difusión de nuevas prácticas (como por ejemplo lo que aportó el programa Cambio Rural).

En materia de regulaciones por trazabilidad (DTA/DTE) se debería garantizar sencillez en los trámites y exigencias legales, a la vez que en aquellas regiones donde la tramitación electrónica aún está retrasada (las más dinámicas en la actualidad), se deberían fortalecer con infraestructura y capital humano suficiente.

Industria. Establecer, además, un programa de reconversión de establecimientos faenadores para lograr estándares sanitarios nacionales únicos, aplicables tanto a frigoríficos exportadores como orientados al mercado interno; crear una autoridad con poder de fiscalización sanitario en todo el territorio nacional, sea en el ámbito de Senasa u otro organismo surgido mediante un nuevo acuerdo entre los tres niveles.

Todo en el marco de una política de comercio exterior que mejore el acceso a mercados que hoy se encuentran cerrados (o que son de difícil llegada) para Argentina por cuestiones sanitarias (Estados Unidos, Canadá, Japón, Corea del Sur, “cuota 481” UE).

Esta estrategia comercial debe contemplar la distribución de todo tipo de cuotas para acceso a mercados externos bajo mecanismos transparentes, estables y basados en criterios de mercado.

Inversión pública

Otra acción en favor de la cadena sería formular/reformular normativa y regulación referida al uso de la tierra en planteos de producción ganadera intensiva/confinada, con el establecimiento de estándares comunes relativos a impacto ambiental únicos para todo el territorio nacional.

Por último, el informe hace referencia a la puesta en marcha de mecanismos que reactiven la inversión en caminos secundarios, rutas, autopistas, corredores ferroviarios y puertos, para mejorar la disponibilidad de servicios de carga a costos internacionalmente competitivos en localizaciones del interior del país.

Fuente: La Voz del Interior