La atracción de la robotización aportaría al tambo tradicional

robotizaciónLa instalación de tecnología en el INTA Rafaela demuestra que además de mejorar el sistema de ordeño y el acceso a todos los datos de la materia prima y la productividad, el ciclo biológico de los animales podría aportar horarios de ordeño más normales en los tambos habituales

Quizá resulte muy difícil en medio de una tormenta poder mirar más allá y situarse en un clima ideal, de sol y temperatura apacible, sin embargo está en nuestra genética siempre tener la expectativa de lograr algo mejor, de trabajar para ello.
En el medio del maremágnum de la realidad lechera argentina, para muchos productores es impensado el hecho de poder avanzar hacia una actividad con más libertades, no menos responsabilidades, pero sí que permita una mayor productividad y mejores condiciones en general para esta actividad tan tradicional como apasionante.
En el INTA Rafaela tienen una joya, un aliciente, el formato del futuro hasta para el tambo más arraigado en el quehacer cotidiano. Son las explotaciones digitales las que vienen por delante y con el robot para el tambo, se acerca más esta posibilidad.
Desde mediados del año pasado, en un esfuerzo compartido entre De Laval y el INTA Rafaela se tiene a prueba este sistema, que en el mundo ya se usa en 20 mil tambos, con 34 mil unidades, ordeñando en 44 países más de dos millones de vacas.
Con una gran adaptación desde el sistema estabulado, al pastoril, esta máquina inteligente ofrece un análisis en línea de la materia prima, a través de un laboratorio que reparte por cuartil de la ubre resultados de aspectos reproductivos, metabólicos y de calidad, con la posibilidad de ordenar de manera absoluta los rodeos, pero a la vez de librar a los operarios a tareas realizadas antes en tiempo extra, además de normalizar los horarios de la vida cotidiana de quien está al frente de cada explotación.
De Laval VMS aporta un rendimiento en ordeño de hasta tres mil litros diarios por máquina, demandando entre siete y siete minutos y medio por animal para el ordeño que hoy ronda en Rafaela un promedio de 2,6 veces por día, sumando la ventaja de controlar las raciones de suplementación a cada animal.
Lo más relevante en estos meses son los datos que permiten conocer más profundamente el comportamiento de los animales en relación con el robot. Es asombroso ver cómo las vacas esperan en fila su turno y sin impaciencia, porque saben que sumado al placer del ordeño se les sirve un delicioso alimento que es el que en definitiva hace que la adaptación al sistema tome solo un par de días.
“Seguimos manteniendo tres picos de ordeño, desde las 8 a las 10 de la mañana, de 18 a 19 horas y luego cerca de la una de la madrugada”, de acuerdo a los registros del verano, con la libertad de tener un solo robot pero con mucha capacidad de trabajo, ya que son unas 35 vacas las que están en la explotación, faltando anexarle unos 30 animales más, a medida que se den los próximos partos y con una adaptación que se hará por la copia del hábito de los demás animales.
Esto demuestra que sería así más sencillo, incluso sin robot, trasladar estos horarios al ordeño tradicional y así normalizar la vida de los tamberos, de la mano de los equipos de frío y de algún ajuste en los tiempos del servicio de recolección de leche.
El detalle que brinda el Ing. Jorge Ghiano a CASTELLANOS, se dio en un marco de relevamiento que lleva a cabo el INTA, junto con docentes de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, en el que se estudiará durante las diferentes estaciones del año el tránsito voluntario por el tambo, atendiendo a factores como el estrés calórico, la falta de alimento o merma de calidad por acción del clima. Esto lleva a concluir los primeros indicios de acción concreta de esta máquina que permite al tope de uso generar una distribución más equitativa a lo largo de toda una jornada, para evitar la concentración de animales en corrales o en el tambo, con lo cual dejan de alimentarse por largos lapsos. Lo que intentará demostrar el relevamiento es el beneficio de tener un ordeñador a disposición que pueda ir repartiendo la actividad de los animales, sin tiempos de espera largos y maximizando los resultados, hecho que generará competencia y orden al mismo tiempo.
Con unos 120 mil dólares de inversión en el robot y un valor similar para la infraestructura, que incluye corrales, sombras, aspersores y ventiladores, sistema de limpieza por presión de agua e incluso una planta de tratamiento del agua, hoy por hoy el robot no llega a competir de manera directa con el tambo tradicional, pero sí permite lo que los docentes definen como “la eliminación de la rigidez de los horarios de ordeño, que hoy sigue siendo uno de los aspectos más complicados del trabajo, que llevan a los operarios a tener un ritmo de vida muy irregular. Sumando calidad de vida, el robot suma posibilidades de tener condiciones laborales más amigables y con ello conseguir más mano de obra interesada, que es hoy uno de los problemas de la actividad”. Además, agregaron que “el robot le brinda al animal siempre la misma rutina de ordeño, una secuencia de pasos que el hombre manualmente no puede”, siendo bien recibido en los resultados, que tienen datos concretos e inmediatos que pueden cambiar incluso la relación del sector primario con el industrial.
“El robot solamente da alimento balanceado, al que se le puede llegar a agregar algún núcleo mineral, en esto lo bueno es poder configurar la cantidad de alimento específico para cada vaca, con lo cual se puede controlar algo a diferencia de los tambos tradicionales que es cuánto come o no el animal en cada jornada”, explica Ghiano en relación a la medida que se puede tener en el campo solo por rodeo.
Compartiendo la experiencia con estudiantes de la cátedra de Producción Lechera, el robot se muestra como la panacea de la producción, porque es difícil para todos los que con él trabajan, encontrarle un anexo que hoy falte, ya que se cubre desde el análisis de la leche cruda hasta la ventaja de contar con todo lo necesario para cumplir con los aspectos absolutos que hacen al bienestar animal.
Junto con este relevamiento, el INTA Rafaela entregó durante todo el verano los boletines con el índice ITH, de temperatura y humedad, con el que se controlaron las jornadas más agobiantes con los animales y que generaron bajas productivas de hasta el 30 por ciento durante las olas de calor, que ahora se suman a rangos similares por la estacionalidad.
En esta coyuntura de precios difíciles, la empresa De Laval recibió consultas de cabañas y tambos de la región para considerar esta instalación como un proyecto futuro, teniendo en cuenta que es el del INTA el único del país y que el servicio técnico se hace desde la sede de la empresa en Rafaela. Por lo tanto la compra de esta tecnología debería estar en un radio cercano y dentro de la principal cuenca lechera nacional.
Como siempre la rentabilidad se impone en la actividad, a veces se hace difícil pensar en estos avances, que tan bien funcionan y que permiten repensar a la lechería. El riesgo posible en lo económico, en la sucesión de crisis que tiene el país no le permite a los productores arriesgarse a esto. Claro que no en este momento, pero en el mediano plazo pueden ser muchos los sobrevivientes a este tiempo de pérdida constante los que puedan animarse al robot, a liberarse de la gran carga de la fosa, para hacer más grande en cualquier sentido a su empresa productiva.
El tambo robotizado del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria podrá visitarse y verse de cerca durante Mercoláctea 2016, la muestra que llegará por primera vez a la ciudad y retornará a la cuenca del 18 al 21 de mayo próximos, que se hará en el predio de la institución.

Por Elida Thiery