ES POR LA DEMANDA DE LOS PAÍSES DESARROLLADOS
El crecimiento mundial del consumo de alimentos continuará impulsando los precios de los commodities agrícolas para los próximos nueve años. El escenario internacional augura así cierta tranquilidad para el sector agropecuario argentino, principal fuente de divisas para el Estado. Este aumento global se mantiene de la mano de los países emergentes que llevó en los últimos años a un aumento de los precios de las materias primas.
Dichas proyecciones fueron estimadas en el informe anual de perspectivas elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD) y la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) 2013-2022. Éste constata que los precios agrícolas, que se encuentran en máximos históricos, deberían bajar de los picos actuales pero seguirán durante toda esta década en niveles sustancialmente superiores a los de los 2007.
El análisis sostiene que la demanda vendrá de la mano de los países en desarrollo, en donde se está generando un mayor consumo de productos agrícolas por el impulso de la creciente población y su cada vez mayor concentración en los grandes centros urbanos y las megaciudades, el aumento de los ingresos per cápita, la expansión de las clases medias, lo que contribuye a los cambios en la dieta.
Un dato muy importante es que se pone en relieve que dicha demanda está desplazando a los alimentos básicos y los cereales, por alimentos más ricos en proteínas, como la carne y los productos lácteos, a medida que se incrementan los ingresos económicos de la población.
Está proyectado que el consumo total de alimentos, per cápita, se extienda más rápidamente en Europa del Este y Asia Central, donde se espera el más alto crecimiento de ingresos. En este punto, la demanda tiene que ver con cambios en el estilo de vida impulsando la diversificación de la dieta a base de productos procesados de valor añadido, alimentos preparados y comidas cocinadas y consumidas fuera de casa.
En ese sentido, está previsto que para 2022 la producción mundial de trigo y cereales secundarios aumente 16% y 22%, respectivamente, por encima del período de referencia de 2010- 2012. Las de semillas oleaginosas y los productos derivados de harinas y aceites vegetales se estima un aumento de 26% durante el período en cuestión. Por su parte, los lácteos se proyecta un aumento de 168 millones de toneladas y se anticipa que la mayor parte de dicho crecimiento (74%) provenga de países en desarrollo.
India y China, por sí solas, representan casi 40% del cambio en el suministro mundial de productos lácteos. En lo referido a carnes, se espera que el consumo per cápita se mantenga mucho más alto; de hecho, a más del doble que en los países desarrollados para el 2022. El escenario se presenta de esta forma alentadora para la Argentina.
No sólo en su rol como generador de materias primas sino en la oportunidad que tiene a la hora de agregarle valor a sus commodities. Es en este último paso donde el país puede generar un mayor ingreso de divisas y esto depende entonces de la industrialización del campo. Tal hecho le permitirá exportar más de u$s100.000 millones al 2020 según un trabajo del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
Es sabido que la Argentina no dejará de ser un país productor de materias primas, pero sí podría equilibrar la balanza en el saldo comercial de forma que éste repercuta sobre la sociedad. El futuro del país agropecuario, agroindustrial y agroalimentario sustentable es posible. 100.000 millones de dólares es lo que podría exportar la Argentina al 2020 si industrializa su campo generando valor agregado a su materia prima, lo que le permitirá un aumento en el ingreso de divisas
Fuente: Edición Rural