ES POSIBLE UNA LECHERÍA MÁS EFICIENTE

En la jornada que ofreció la Escuela Granja de la UNL, se debatió sobre cómo generar sistemas lecheros eficientes y simples, jóvenes profesionales contaron su experiencia sobre la apuesta al tambo y por la tarde, se realizó una recorrida a campo

a Jornada de Lechería Eficiente en Tambos Chicos fue uno de los eventos más convocantes en los últimos años para la Escuela de Agricultura, Ganadería y Granja de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), en Esperanza.

Más de 1.000 asistentes entre productores, profesionales y estudiantes se dieron cita para debatir sobre la lechería y conocer la experiencia del tambo de la escuela.
El evento fue organizado junto con la Facultad de Ciencias Agrarias, y la Facultad de Ciencias Veterinarias.

“Uno de los objetivos de hacer esta jornada fue entusiasmar a los jóvenes. Siempre decimos que la lechería está llena de ‘pelados y canosos’. Lo que queremos es generar nuevos actores en la lechería, y estamos muy contentos porque asistió mucha gente joven, no sólo estudiantes, sino también productores”, comentó Javier Badraucco, docente investigador de la Facultad de Ciencias Agrarias.

Tambo modelo

El diagnóstico es claro. Los tambos chicos están en la lucha por sobrevivir y uno de sus mayores problemas es la baja eficiencia. En 2014, la Facultad de Ciencias Agrarias y la Universidad Nacional del Litoral realizaron un informe a partir de un relevamiento que se llevó a cabo en 162 tambos, ubicados en Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires, Santiago del Estero y Entre Ríos (aproximadamente 1,5% de los tambos de Argentina). A partir de esa investigación, se identificaron los aspectos fundamentales que limitaban la producción de leche en el país: infraestructura, manejo y nivel tecnológico y recursos naturales básicos.

A partir de este análisis, y con un capital de 100 vacas y 50 hectáreas de tambo, (más 20 hectáreas extra para recría) con un suelo de calidad media, el tambo de la escuela logró una productividad mayor a 13.000 litros de leche por hectárea, muy superior a lo que producen los tambos chicos en promedio en el país, (aproximadamente 7.500 litros).

El “secreto” explicó Badraucco, está en una alta producción de forraje, consecuencia de una buena fertilización. “En la Argentina se fertiliza muy poco, comparado con todos los países vecinos y los países desarrollados. En este tambo se invierte en los forrajes. Hay que tener mucho alimento para transformarlo en leche”.

En este punto también hace hincapié Gastón Reibel, egresado de la Escuela Granja que trabaja en el tambo hace más de 4 años. “La vaca es pastoril, así que un 70% de lo que come es forraje, tanto pradera de alfalfa como verdeo de invierno. Por eso, hay que hacer que el campo produzca y no depender del alimento balanceado, que es caro y hoy en día se está llevando entre el 28% y el 35% del cheque de la leche que llega todos los meses”.

En cuanto al sistema de alimentación, Reibel explicó que cuentan con racionadores automáticos para el balanceado y el silo no se suministra con mixer, ni cuentan con un patio de comida. “Hacemos un auto-consumo con bolsa; el animal va y se sirve directamente donde está implantado el silo. Con eso ganamos mucho tiempo, y no se mueve innecesariamente maquinaria y personal, que no se justifica con pocos animales”.

Otro aspecto importante, explicó Badraucco, es la cantidad de animales. “En el tambo promedio hay 1,3 vacas por hectárea, que equivalen a unas 130 vacas cada 100 hectáreas. En nuestro tambo hay 2 vacas por hectárea, lo que permite un buen margen económico, para que los productores puedan sobrevivir y seguir invirtiendo”.

Nuevos paradigmas

“Permanecen aún ciertos conceptos antiguos, producto de la tradición, como la idea de darle solamente 4 litros de leche por día a los terneros”, indicó el investigador, “hoy en día eso no alcanza porque los terneros son más grandes que hace 20 años, nacen con más peso. Además, la leche tiene menos nutrientes por litro que antes, por lo cual necesitan más volumen y consumir el calostro, que es la primera leche de la vaca”.

Otra particularidad adoptada son los partos estacionados. Las vacas dan 6 meses de servicio y el resto se lo dedican al parto, en la época de invierno. Los nacimientos son el momento más sensible en la productividad, es donde más se enferman y enfrentan riesgo los animales, así que mover la estación a un clima más favorable genera mejores condiciones para las vacas. Este método, explicó Reibel permite abocarse de lleno a una tarea. “En vez de dar servicios o estar atentos a otras cosas, estamos atentos a los partos y a la guachera. Normalmente hay un 17,5% de mortandad y este año en la crianza del ternero tuvimos solamente un 3% de mortandad por lo que mejoramos mucho el índice nacional”.

En Argentina las vacas tienen sed. El relevamiento de la universidad reveló que en los tambos faltan aguadas. Por lo general, hay 3 cada 100 hectáreas. “Nosotros tenemos 32 puntos de aguadas porque las vacas necesitan el agua cerca. Entonces lo que siempre decimos es que tenemos vacas con sed, tierra con hambre de fertilizantes, e instalaciones oxidadas con gente cansada porque se ha hecho muy complejo el sistema. Todos estos puntos son los que destrabamos en el tambo de la universidad”, subrayó Badraucco.

Desde lo académico, la facultad sigue apostando al desarrollo del sector lechero, con profesionales e investigadores haciendo doctorados en estos temas. “En este momento estamos generando una articulación con INTA Rafaela para hacer investigación conjunta” comentó Badraucco y agregó: “creemos que este modelo es una alternativa comprobada con datos serios. Se logró romper el mito de que si es chico es ineficiente. Es una opción que puede llevar a reactivar la lechería”.

Cuidar al tambero

La eficiencia en el tambo no sólo se limita a la infraestructura, al cuidado animal o su alimentación. También depende de quienes lo llevan adelante, los tamberos, por lo que desde la universidad, también hacen foco en la organización del trabajo para mejorar su calidad de vida.

Uno de los mayores problemas que tiene el tambo es que la gente se va buscando mayor comodidad. Por lo general, se trabaja los 30 días del mes y las condiciones de vivienda son muy precarias. “Acá trabajamos 5 días y medio por semana. Vemos que no se le da la suficiente importancia a este aspecto, y si un empleado vive en pobres condiciones después en el trabajo no se le puede exigir demasiado. Por eso se hace hincapié en el bienestar del tambero. Lograr que en el campo tengan las mismas oportunidades de una persona que trabaja en la ciudad, con un sueldo digno”, consideró Reibel.

Una de las maneras en que se facilita el trabajo, explicó el empleado del tambo, es con una instalación de ordeñe simple y rápida que le permite terminar con la tarea en una hora y media. El trabajador no se tiene que levantar a las 3 de la mañana sino que se puede levantar a las 5 o 5.30.

Además, el sistema de partos estacionados concede a los tamberos la posibilidad de tener vacaciones en la época de verano. Las vacas de ordeñe son pocas en los meses de enero y febrero por la proximidad de la fecha de los partos.

Los que se animan

Uno de los objetivos de la jornada fue presentar casos reales, de gente que apostó a mejorar la eficiencia y rentabilidad en sus tambos. Una de esas personas fue Jesica Longoni, productora de San Agustín, en el departamento Las Colonias. “Nos convocaron a mi y a mi marido para contar nuestra experiencia como productores jóvenes y asesores. Abrimos un tambo en 2015 para diversificar la empresa familiar que no estaba generando los mejores márgenes con la agricultura”, contó.

Con un sistema que se asemeja al de la Escuela Granja, el tambo apuesta a llegar a las 200 vacas para 2021. “Hoy estamos produciendo 9.100 litros por hectárea, si bien todavía estamos cerca de la media del país esperamos llegar a 14.000 litros por hectárea . Estamos en la mitad del proceso, y le transmitimos a los presentes que requiere mucha dedicación, mucha paciencia pero que vale la pena”, señaló Longoni.

Fuente; El Litoral